El Pleno del Ayuntamiento de Sax, en sesión ordinaria celebrada el pasado día 27 de marzo de 2025, acordó la aprobación inicial de la Ordenanza, reguladora de la ocupación del dominio público municipal con mesas, sillas y otros elementos auxiliares del Ayuntamiento de Sax (Expediente 1448/2024). La nueva ordenanza, fue aprobada por el equipo de gobierno con los grupos PP y Sax Importa, y con las abstenciones de los grupos de la oposición PSOE y Vox.
En la sesión plenaria del mes de mayo, celebrada el jueves 29, el concejal Juan Francisco Martínez Tora expresó las quejas de la ciudadanía, solicitando que se derogara la ordenanza, así como que realizasen reuniones con los hosteleros. Durante su intervención en el turno de ruegos y preguntas el edil compartió un comunicado en el que resumía las preocupaciones de los vecinos y lo hizo extensivo a todos los presentes en el pleno y a quienes seguían la sesión en línea.
Sax se queda sin alma y sin terrazas, cuando gobernar es quitar la vida del pueblo.
Sax, un pequeño rincón del interior alicantino, ha sabido resistir con dignidad al paso del tiempo. Aunque pequeño en tamaño, ha sido grande en esencia. pero hoy, esa esencia peligra.
Con poco más de diez mil habitantes, Sax nunca ha presumido de lujos ni de grandes infraestructuras. Carece de centros de ocio o espacios pensados para el disfrute de niños, jóvenes y mayores. Sin embargo, siempre ha contado con dos joyas que lo hacen especial: su castillo histórico y sus terrazas. Esos espacios llenos de vida, color y hospitalidad donde vecinos y visitantes comparten un café, una tapa, una charla… en otras palabras, donde Sax respira.
Pero ahora, esa identidad está siendo ahogada por decisiones del ayuntamiento que, lejos de apostar por el progreso comunitario, parecen empecinadas en destruir lo poco que queda de encanto en este pueblo.
Los nuevos reglamentos municipales exigen que los bares y restaurantes desmonten diariamente sus terrazas, por ende, sus mesas, sillas, todo. Una tarea absurda, costosa y desmotivadora para quienes ya luchan por mantener sus negocios a flote. Como si eso fuera poco, a partir del próximo año probablemente deberán retirar las pérgolas que muchas terrazas instalaron con esfuerzo e inversión, además de eliminar maceteros y adornos florales que no solo embellecen el entorno, sino que le dan a Sax ese carácter acogedor tan valorado por los visitantes.
¿La razón? Nadie lo sabe con certeza. El ayuntamiento no ha ofrecido una explicación clara ni convincente. No hay diálogo, no hay consenso, no hay sensibilidad. Solo órdenes que empobrecen el alma del pueblo.
Mientras se destruye lo que funciona, no hay planes reales para dotar a Sax de espacios verdes, ni lugares para el esparcimiento de sus ciudadanos. La prioridad no parece ser el bienestar colectivo, sino una estricta regulación que no considera el impacto humano, económico ni social de sus decisiones.
La indignación crece. Vecinos y hosteleros se sienten abandonados, castigados por hacer precisamente aquello que da vida al municipio. Porque si algo caracteriza a España, es esa cultura de calle, de terraza, de comunidad al aire libre. Quitar eso no es solo una decisión técnica: es una forma de matar el espíritu de un pueblo.
Sax merece más. Merece un ayuntamiento que escuche, que dialogue, que comprenda que gobernar no es imponer, sino construir en conjunto. Es hora de que las autoridades se miren en el espejo del sentido común y rectifiquen. Porque de continuar así, pronto no quedará nada que invite a quedarse, ni a vivir, ni a soñar con un Sax mejor.
Desde el Ayuntamiento de Sax, la alcaldesa de la localidad respondió a los grupos PSOE y Vox.