En la revista de fiestas de 1954 tras el programa oficial del 1 al 5 de febrero se publicaba este anuncio para el llamado día después, “pasaron las fiestas cesaron las danzas los cuerpos cansados reanudan la marcha, aún quedan resabios hay quien se revela la miel en los labios y sin una tela, ¿qué haremos entonces llegado el día seis? batadar y jolgorio si así lo queréis«, y lo firmaba la comisión de la Bacalá, que añadía en su anuncio, “Vecinos no faltéis a los descacharrantes actos de este día, tradición, solera, tipismo, resistencia y buen humor en el 26 aniversario de esta simpática fiesta, nuestras bodas de corcho”.
Si nos basamos en este anuncio podremos concluir que la Bacalá se venía realizando desde el año 1928, o desde 1925 si descontamos los tres años de la guerra civil, en los que no hubo fiesta. Y en el año 1925 fue el año en el que se inauguró el castillo de madera para las embajadas de verdad, es decir; la embajada burlona se realizó de forma continua durante buena parte de los años 20 y 30, así como en la postguerra.
Se demostraba así que incluso en aquella época tan dura la fiesta tenía un gran componente de diversión, y que pese a todas las dificultades económicas e incluso políticas, nunca faltaron las ganas del jolgorio más intenso.
En realidad en la tradicional fiesta de San Blas, nunca falta ese ingrediente burlesco o carnavalesco, de inversión social y alegría desatada. Como ocurría en otros lugares, y puede verse en fiestas tan tradicionales como las de Biar, durante el siglo XIX y los comienzos del XX lo carnavalesco se daba en plenos actos oficiales, tal y como se comprueba con el cortejo de disfraces cómicos que acompañaba a la Mahoma, justo detrás de la comparsa de Moros.
Como es sabido además de los testimonios de los antiguos festeros, se puede ver en las antiguas fotografías, incluso cuando tocaba según el calendario lunar, en Sax no había ningún complejo en celebrar al mismo tiempo fiestas de San Blas y los mismos carnavales. La Bacalá fue el mejor exponente de aquella falta de complejos, a la hora de hacer farsas burlonas, que aportan el imprescindible ingrediente de la diversión al conjunto de las fiestas patronales.
A partir de los años 1920, la fiesta de San Blas creció y adquirió la forma definitiva que hemos conocido hasta la actualidad, abandonando algunos gestuales antiguos, como el cortejo cómico de la Mahoma. En 1925 se construyó un nuevo castillo de madera para las embajadas, y muy posiblemente fue a partir de ese momento cuando nació la Bacalá, que comenzó hacerse por una comisión o grupo de amigos muy jóvenes, algunos de ellos; Joaquín Juan García “García, el guitarro”, Luis Estevan Carrión “el blanco”, Antonio Sánchez Maestre “el zorro”, Francisco Chico Gil “el tito”, Salvador Estevan Herrero “pichón el de la fonda”, José Colomer Muñoz “el carbonero”, Rafael Valera Barceló ”el jabonero”, Alfonso Benítez Navarro “el tío jumillano”, Antonio Ortín Molina “el tío traca” y una única mujer, Josefa Ganga Valdés “la ancheleta”.
Se trataba de gente respetable pero que llegado el día organizaban su día, que era una auténtica fiesta dentro de la fiesta de San Blas, y en la que se desataba la sátira, todo de manera muy chistosa, con disfraces muy ocurrentes y atrevidos, para la época. Ya en aquellos años los hombres se travestían de mujer con disfraces de famosas artistas exóticas como Carmen Miranda.
El día de la Bacalá, era en realidad el día de fiesta de aquella comisión organizadora, que se juntaba bien temprano para ajustar los textos, a falta de cuartelillos organizaban las comidas en los corrales, pero ellos solos al margen de sus familias. En realidad vistas con perspectiva tanto la estética como las críticas que componían la Bacalá de la postguerra eran bastante fuertes para la época de vez en cuando se repetían los problemas con la autoridad pública, como el alcalde o bien alguno de los vecinos con objeto de sátira que presentaban sus quejas, pero a pesar de ello este acto se hizo de manera continua al menos hasta la segunda mitad de los años 50, a partir de ahí el grupo que la llevaba haciendo décadas se retiró, y ya solo se haría de forma esporádica en algunas ocasiones. A principios de los 70 se volvió a reanudar con un grupo de gente más joven, con los que se contaba con Juan Chico “El Mari” y sus ocurrentes versos. De todas formas la Bacalá no realizaría de forma continua volviéndose cada vez más esporádica.
En los 90 apareció el acto del día 6 con una nueva remesa de gente joven con muchas ganas de fiesta, con esta etapa bastante más organizada que las anteriores y contando con un buen presupuesto, se puso un punto y aparte a las representaciones de la Bacalá en el siglo XX. El viejo castillo de 1925 fue sustituido por uno nuevo en 1999 y también el silencio se adueñó de las viejas sátiras de nuestra Bacalá.La Bacalá también tuvo su versión radiofónica, fue el 6 de febrero de 2010 y esta vez desde las ondas de la Radio de Sax, con dos periodistas sajeños, Julia Herrero y Antonio Andrés Lorente, que tras la pronta recuperación de unas fiestas intensas, se atrevieron a deleitarnos con mucha gracia de todo lo acontecido en esas fiestas, que esas si fueron las ultimas en que la Bacalá salió a pasear.