A caballo entre Villena y Sax, la antigua utopía socialista agraria del siglo XIX en tierras del Vinalopó con la que soñó su fundador Antonio de Padua y Saavedra, vuelve cada verano para llenar de emociones nuestros calurosos y lánguidos paseos a través de la selva de tarays por la ruta de que une la heredad entre Sax y Villena y meternos de cabeza en aquellas novelas decimononas.
Algo parecido a ser un Jack London 2.2 de nuevo cuño te posee sea como sea cual sea la forma elegida para el viaje.
Roussau decía que el hombre ha de nacer naturalmente bueno y que se pervierte con la sociedad.
London lo aplica al mundo animal. Nada más cierto en nuestro itinerario.
Esos perros abandonados que ladran desaforadamente entre los pinares de El Saladar y que te aferran hasta el sudor frío son pasajes de Colmillo Blanco.
La llamada de lo Salvaje es la metáfora de la muerte acribillado por los mosquitos entre el follaje incierto que atraviesa esos caminos solitarios quemados de sol.
La suerte de una muerte aplastado por piedras desprendidas del reloj de sol de la antigua fábrica de alcoholes pueden ser un final épico para un paseante de «La llamada de lo Salvaje» en tierras de arrendadores y jornaleros.
El vagabundo de las estrellas, la Colonia de Santa Eulalia. La muerte prematura de una parte de Sax que Villena dejó en suspenso.