Los miembros de los equipos de cocina de las distintas comparsas de Sax forman el corazón de cada uno de los eventos que realizan, entre ellos almuerzos de cada primero de mes y las comidas de hermandad.
Su compromiso de preparar comidas nutritivas para los cientos de comensales hace de estos equipos incansables cocineros que cada temporada trabajan incansablemente para transformar ingredientes crudos en platos calientes y saludables, además de agregar nuevos platos.
Cada uno de estos expertos cocineros sacan tiempo de sus vidas intensas para planificar, comprar, preparar y cocinar aprovechando al máximo los ingredientes y los excedentes de productos.
Su creatividad brilla mientras preparan comidas sabrosas a partir de elementos aparentemente dispares. Adaptan recetas, amplían los suministros y minimizan el desperdicio, todo ello manteniendo la calidad y el sabor, y todo ellos siempre con una sonrisa.
En cada una de las cocinas se escuchan historias y ofrecen un momento de conexión humana y aprenden sobre preferencias individuales, alergias y restricciones dietéticas, adaptando las comidas en consecuencia. Sin duda, hoy en día los fogones son uno de los núcleos fundamentales que generan el ambiente festero. Y esto es así gracias a una larga evolución.
En el pasado más lejano, aparte de los tradicionales refrescos en los que se reunía la comparsa entera y sus allegados, los almuerzos festeros se limitaban a los que pudieran realizar las juntas directivas en sus reuniones o algún almuerzo de hermandad, siempre realizados en domicilios o establecimientos de hostelería.
A partir de los años 70 del siglo XX las comparsas comenzaron a dotarse de sedes sociales estables donde, poco a poco, fueron instalando equipos de cocina más amplios. Durante la siguiente década se generalizó la desaparición de los almuerzos pagados y organizados por los capitanes y fueron surgiendo equipos estables de voluntarios para dar servicio a su comparsa. En algún caso, como el equipo “Faema” de los Cristianos (que debía su nombre a una legendaria escuadra de la época dorada del ciclismo), persistió durante casi treinta años.
La participación activa de muchos festeros propiciaría la ampliación del patrimonio de las comparsas y la mejora continua de sus locales. Los almuerzos generales de comparsa, tanto los mensuales como los de las mañanas de los días de fiestas, se consolidaron finalmente a partir de la década de 1990. También por entonces se extendió la red de cuartelillos dotados con cocina, por lo que fraguaría finalmente una cierta cultura gastronómica festera. La asistencia a las reuniones de las comparsas en torno a la mesa comenzó a ser masiva y desde entonces los menús tradicionales de almuerzo o la arquetípica gachamiga siguen viviendo nuevas horas de gloria.