Uno de los gastos más superfluos, por no decir inútiles, que registramos en esta absurda sociedad de consumo es el que tiene que ver con la iluminación navideña.
Parece como si esas formaciones luminosas, más o menos creativas y originales (todo depende del presupuesto) con sus complementos añadidos –árboles engalanados, alfombras rojas, despliegue de mensajes de felicitación, figuras de Papá Noel a diestro y siniestro y, por supuesto, un buen reguero de nacimientos tradicionales- fueran como la seña de identidad de un lugar que necesita reafirmarse poniendo en las calles toda esa simbología que viene a marcar el último tramo de cada año.
No debería competir Sax en ese territorio. Sería una de las propuestas desde este medio, pero como siempre los políticos les gusta agradar al gran público. Que un Ayuntamiento presuma de aumentar el gasto en capítulos que no son prioritarios, como las luces de decoración navideña mientras se olvida de las inversiones sociales, es un síntoma más de la insensibilidad de la que hacen gala muchos de nuestros políticos.
El tres de diciembre Sax se llenará de Navidad, eso sí para los que puedan salir y llenar sus neveras.
Todos sabemos ya que estas navidades van a ser diferentes y menos concurridas. Sólo con lo que gasta el ayuntamiento de Sax en luces navideñas, podrían pasar el año muchas familias.
Esta pandemia ha dejado sin trabajo y hundido en la pobreza a cientos de ciudadanos de nuestro pueblo.
Es el momento de recortar el gasto en luces de navidad e invertir ese recorte en ayudas a los ciudadanos que más lo necesitan, comedores sociales, bancos de alimentos, etc. ¿Sabéis lo que se puede ayudar sólo con recortar un 50% el presupuesto? ¿Dedicar a la ayuda social?
Hagamos que estas navidades cumplan de verdad con el propósito navideño; hacer feliz a la gente. Invirtamos en los nuestros, el pueblo es más bonito con gente feliz, con gente que puede disfrutar de la compañía de familia y amigos, no de luces. Nos parece un gasto desorbitado, aunque somos conscientes de que, si no se hiciera, los palmeros locales montarían en cólera y pondría a caer de un burro a los que suscribimos este editorial.
Las luces navideñas y sus elementos acompañantes, aparte su artificio decorativo, intentan ofrecer al colectivo ciudadano una cierta apariencia de esperanza para un tiempo mejor que el de las penurias actuales envuelto, quizá, en un aroma de prosperidad
El pueblo de Sax está ahí, esperando ideas innovadoras, y a pesar de la pereza y desgana de los gobernantes actuales parece que su existencia no está amenazada en los próximos siglos. Por ahora, disfrutemos de lo que tenemos. Menos da una piedra