En las sociedades agrarias tradicionales, como era Sax hasta hace menos de un siglo, el temor a que un pedrisco arruinase la cosecha y trajese el hambre y la miseria a todo el pueblo estaba presente siempre que una nube de tormenta se cernía por el horizonte.
Por eso, nuestros antepasados celebraban las festividades de santos protectores, y el 10 de enero de 1627 votaron a san Blas, abogado de las enfermedades de la garganta, y santa Bárbara, porque “… se tiene por cierto que la señora Sancta Bárbara y por su intercesión libra nuestro Señor a esta villa de las dichas tempestades, porque el día de la bienaventurada sancta se festeja en esta villa y guarda”.
La fiesta de santa Bárbara figura en las Relaciones Topográficas de 1575 y el hospital de peregrinos llevaba su nombre, y su devoción aparece documentada en Sax desde comienzos del siglo XVI, como vemos en las cuentas de propios de ese año: “…que di por mandado de los oficiales a los que tanxeron las canpanas la noche de Santa Barvara en vino y piñones y carne, 73 maravedíes y medio”.
También en las cuentas de propios de 1537 hay un gasto de 650 maravedíes que se pagaron «a los que vinieron de Elda con pífano y atambor a la procesión de Santa Bárbara», incluyendo lo que se pagó «a los que tocaron las campanas durante toda la noche de la víspera de Santa Bárbara»; o en las cuentas de 1543, cuando se abonaron 92 maravedíes “a los que tañeron las campanas la noche de Santa Bárbara por que así es costumbre en esta villa de las tañer toda aquella noche”.
En la sociedad rural tradicional se creía que el sonido de las campanas ahuyentaba las tormentas, por eso, en la festividad de santa Bárbara, el 4 de diciembre, se tocaba toda la noche las campanas.
Debido a la leyenda de su martirio, pues murió decapitada por su padre en la cima de una montaña, quien resultó muerto al ser alcanzado por un rayo, santa Bárbara es patrona de la artillería y, por consiguiente, de todos los trabajadores que se dedican profesionalmente al mundo del fuego, como los bomberos, electricistas o mineros, y también de los campaneros.
In traditional agrarian societies, such as Sax until less than a century ago, the fear that a hailstorm would ruin the harvest and bring hunger and misery to the entire town was always present whenever a storm cloud loomed on the horizon.
For this reason, our ancestors celebrated the festivals of patron saints, and on January 10, 1627 they voted for Saint Blaise, advocate of throat diseases, and Saint Barbara, because “… it is certain that Lady Saint Barbara and through her intercession our Lord freed this town from the aforementioned storms, because the day of the blessed saint is celebrated in this town and guarded.”
The feast of Saint Barbara appears in the Topographic Relations of 1575 and the pilgrims’ hospital bore her name, and her devotion appears documented in Sax from the beginning of the 16th century, as we see in the accounts of that year: «…that I gave by order of the officials to those who sold the bells on the night of Saint Barbara in wine and pine nuts and meat, 73 and a half maravedis.»
Also in the accounts of 1537 there is an expenditure of 650 maravedis that were paid «to those who came from Elda with fife and drum to the procession of Saint Barbara», including what was paid «to those who rang the bells throughout the night on the eve of Saint Barbara»; or in the accounts of 1543, when 92 maravedis were paid “to those who rang the bells on the night of Santa Barbara because it is the custom in this town to ring them all night.”
In traditional rural society it was believed that the sound of the bells drove away storms, so on the feast of Santa Barbara, December 4, the bells were rung all night.
Due to the legend of her martyrdom, since she was decapitated by her father on the top of a mountain, who was killed when he was struck by lightning, Santa Barbara is the patron saint of artillery and, consequently, of all workers who are professionally dedicated to the world of fire, such as firefighters, electricians or miners, and also of bell ringers.
