En estos días se cumple el 105 aniversario de la patente de invención de las cortinas orientales, otorgada a Vicente Barceló Santonja y que permitió desarrollar la actual industria persianera sajeña.
1916 marcó el principio de la historia persianera en Sax y ahora tenemos grandes empresas y una tradición de más de 100 años que nos ha dejado edificios, piezas y documentos que debemos poner en valor.
Entre esas joyas de la historia de las persianas tenemos esta fotografía de los primeros trabajadores de la Gran Fábrica de Cortinas Orientales de los Hermanos Barceló, de principios de los años 20 del pasado siglo XX. Entre los hombres, mujeres y niños identificados se encuentra algún personaje antecesor de actuales persianeros, porque todo empezó aquí.
A pesar del principio de la industria persianera española a partir de este invento, las persianas tienen un origen remoto y exótico que nos remonta al origen de los tiempos. Obviamente, en la antigüedad, con el primer desarrollo urbanístico de las ciudades primigenias, se comenzaron a utilizar persianas efectuadas de distintos materiales, normalmente de cañas y hojas trenzadas. Asia fue donde se desarrollaron los prototipos de las persianas, “de Persia”, y de la Polinesia y la Conchinchina.
Hubo que esperar hasta la aparición de los navegantes venecianos en escena para que ellos llevaran la idea de las persianas a Europa desde el Imperio Persa. Ahí cambiaron el material que se estaba utilizando, la tela, por lamas de madera, entorno al siglo XVII, para ya en el siglo siguiente expandirse por Europa las denominadas ahora como venecianas. Según cuenta la leyenda, unos esclavos venecianos llegaron a Francia y allí ese producto se pasó a denominar “persienne”, de Persia.
En el siglo XVIII un inglés, Edward Bevan, fue el que inventó el concepto actual de persiana incorporando a las venecianas una carrucha y un cordón sin fin. Desde ese momento las persianas se expandieron por el mundo, llegando a Estados Unidos, donde se consideraron objetos de lujo, colocándose en el Parlamento o el el Rockefeller Center o el Empire State de Nueva York, encargadas a la empresa Burlington Venetian Blinda Co.
También el auge de la decoración en la época del Modernismo, finales del siglo XIX y principios del XX, hicieron que las cortinas de bambú de la Conchinchina cogieran mucha fama, tanto que, en Sax, Vicente Barceló Santonja, inventó las cortinas orientales de sarmiento de vid en el año 1916.