En la caseta de Sax Digital en la feria del comerciante agua en botijo y vino en porrón se ofrecía al visitante.
Todos vienen a mí a calmar su sed, decía el botijo.
La sed del cuerpo, dijo el porrón, porque la del espíritu, la calmo yo, soy compañero indiscutible de grandes comidas y copiosas cenas de todos, insustituible hago estrechar las manos y abrazarse en la alegría les hago ser, más que amigos, hermanos.
El botijo, siguió insistiendo, sí pero, cuando están hartos de tí me buscan con impaciencia y siempre vuelven a mí.
Calló y guardó silencio el porrón, aún no dando su brazo a torcer comprendió que el botijo tenía razón.
¡No es el vino, sino el agua quién calma la sed!.
Pedro F. de Luna.