Este año conmemoramos el cuarto aniversario de la declaración como Bien de Interés Cultural de la Colonia de Santa Eulalia, pero, ciertamente, debemos empezar a lamentarnos por lo que podríamos haber hecho por la Colonia y no hemos hecho aún, esperando su pronta muerte. Hoy en día esta pequeña joya presenta un gran abandono y muchos signos de vandalismo que se unen a otros muchos problemas.
En cuanto al abandono, la simple apariencia, las vallas, los carteles de “Prohibido el paso”, las pintadas, los derrumbes, escombros, basura y demás hacen que sea muy visible esto. El abandono es más que palpable, también, porque han tenido que vallar gran parte de la plaza de la ermita para evitar que los curiosos se acerquen a los edificios que amenazan claro derrumbe, como la fachada de la sala de embotellado de la fábrica de alcohol o la lateral del palacio.
Ahora bien, para arreglar todo esto, los dueños e instituciones deberán buscar la fórmula para restaurar y conservar estos importantes bienes, obligados por la declaración como Bien de Interés Cultural, pero, claro está, si no tenemos un plan de acción, un proyecto de intervención, poco o nada se va a poder lograr. Todo este patrimonio tiene unos dueños, por supuesto, pero dejar desaparecer este patrimonio tan importante para Sax y Villena es muestra de la irresponsabilidad general que hay hacia la gestión de este patrimonio.
Además de todo esto, se suma que los simples ciudadanos, los visitantes, no participan en la conservación de todo esto. Por ejemplo, se ve que ha llegado al lugar algún que otro artista que ha utilizado las paredes del teatro Cervantes o del lagar de la fábrica de alcohol como pizarras y nos ha dejado, para la posteridad y con el orgullo que los ha hecho, unos mensajes de amor que bien los podría haber aplicado al propio patrimonio y haber pensado bien sus consecuencias, porque vergüenza le debería de dar todo lo que ha hecho.
A todo esto, las entradas ilegales practicadas tanto al teatro (las musas nos salven de lo que pueda ocurrir) y al palacio (ojalá el fantasma de la vizcondesa estuviera al acecho de cada uno que entrara a su vivienda) están dejando claras evidencias de ilegalidades, saqueos y vandalismo que incluyen los más variopintos usos de estos preciados espacios, cuando no, a falta de una tienda de recuerdos en el lugar, la sustracción de algún fragmento de este patrimonio como simples “souvenirs” de nuestra visita.
Derrumbes, saqueos, vandalismo, ocupaciones, ilegalidades, abandono, irresponsabilidades y desinterés han hecho que lleguemos a la peor parte de la historia de la Colonia de Santa Eulalia. ¿Los responsables? no son solamente los políticos, dueños e instituciones, sino también cada uno de los ciudadanos que estamos permitiendo que en un futuro muy próximo lleguemos a la ruina absoluta de este magnífico complejo patrimonial. Es entonces cuando lo lamentaremos y buscaremos explicaciones y soluciones ante un montón de escombros que un día pudo convertirse en una admiración patrimonial y turística y no en la vergüenza en la que se está convirtiendo.