Hace unos días, se clausuró una exposición sobre rincones sajeños organizada por la asociación de artistas locales, por ARAS, y la ceramista Lola Serrano expuso tres cuadros con la reproducción de tres fuentes de nuestro localidad que ya han desaparecido, y es que, antiguamente, Sax fue un pueblo con muchos ejemplos de este tipo de instalaciones urbanas; un pueblo que disponía de muchas fuentes. Hubo un tiempo en que funcionaban a la vez la fuente del Hoyo, la fuente de la Bola, la de la estación, la de El Vilaje, la de la calle San José, la del colegio de las mojas, la Primitiva, y así hasta más de veinte; más de una por barrio y casi una por calle. Dos son los tipos de fuentes que antaño fueron habituales en nuestro municipio, la que llevaba grifo o caño y servía para beber y la fuente puramente ornamental, de uso exclusivamente decorativo. La conocida como fuente de la Bola presentaba la particularidad de que disponía de dos piletas comunicadas: la que quedaba debajo del grifo y que servía para el uso de los humanos y la que, unos metros más allá, tenía forma de bañera y un recipiente bastante más grande para que pudieran abrevar holgadamente los burros y las mulas. Pero el transcurso del tiempo se ha llevado la mayoría de estos monumentos; se ha llevado la gran mayoría de las fuentes que, en otra etapa, contribuían a suministrar alegría al paisaje urbano además de agua potable para el consumo de los sajeños.
En fin, la desaparición de las fuentes que suministraban agua a las personas y a las bestias, a las caballerías, tiene cierta lógica desde el momento en que ya se dispuso de este recurso en el interior de casi todos los edificios; como ya no eran útiles pues… Pero, ¿y el fin de la fuentes ornamentales, como es el caso de la que lucía en la plaza del Ayuntamiento? Este último caso es, en definitiva, una desaparición que resulta bastante menos previsible, mucho menos lógica y, por tanto, más difícil de explicar por parte de las autoridades locales que han tenido competencia en urbanismo.