Esta disparatada práctica está multiplicando los contagios de enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados y vaginismo. Los sanitarios han dado la voz de alarma y temen que se extienda mucho más esta peligrosa práctica sexual. Los menores parecen no ser conscientes de los riesgos a los que se enfrentan cuando consienten participar.
Consiste en que varios chicos se sientan desnudos en un círculo de sillas y, mientras mantienen la erección, las chicas se van sentando sobre ellos alternativamente cada 30 segundos forzando una penetración hasta que el que primero eyacula, pierde.
Puesto que la penetración durante el juego del muelle se realiza sin excitación, las chicas están expuestas a padecer vaginismo. Esta disfunción sexual se caracteriza por los espasmos de los músculos que rodean la vagina, provocando que la relación sexual sea dolorosa y, en ocasiones, imposible de llevar a cabo. Al no lubricar por no tener estímulos previos, se pueden producir desgarros y heridas en los órganos sexuales motivados por la penetración.
¿Cómo pueden poner en riesgo su salud con tanta información como existe hoy día? La respuesta es sencilla, han cosificado el acto sexual, creen que no es necesario sentir ninguna atracción (ni física ni emocional) por la otra persona, solo existe un fin: la penetración, todo se reduce a una diversión.
Confunden el significado de la libertad sexual con situaciones que pueden causar futuros traumas o problemas psicológicos durante la edad adulta.
Se hace necesario mejorar la educación sexual de los jóvenes, para que libertad sexual signifique respeto por uno mismo y por el otro.