En la última reunión de la sociedad de cazadores de aquí, de Sax, se prohibió la caza de la liebre, y ya hace algunos años que la caza de la perdiz se limita a una pieza por escopeta, por la sencilla razón de que tanto las liebres como las perdices han desaparecido prácticamente en nuestro término rural; ha llegado a tal punto de deterioro la situación de estas dos especies silvestres, que podemos considerarlas, por esta zona, como especies en peligro de extinción. Conejos sí se ven, y muchos últimamente, pero las zonas del término en las que estos animales proliferan son los bancales perdidos, las ramblas y las diversas lomas dispersas por el término, las del paraje de El Plano por ejemplo, y en la mayoría de estos parajes naturales no se puede realizar la actividad cinegética por la razón de que estos sitios ya han sido ocupados, o están siendo ocupados, por las infraestructuras propias de una civilización avanzada como la nuestra: por las naves industriales, por las autovías, por las líneas férreas, además de por los numerosos diseminados, que es como se le llama técnicamente a las casas de campo o chalés. Queda todavía algún trozo de campo en el que se cría el conejo y que presenta pocos chalés, por donde no pasan todavía las modernas vías de comunicación, trozos que están casi libres del todo de estos elementos típicos del desarrollo industrial y el bienestar económico, pero  también por allí resulta difícil cazar por el motivo de que son muchas las personas que practican su deporte favorito en el campo, que disfrutan de su tiempo de ocio. Es un continuo ir y venir de ciclistas, de senderistas, de motoristas, hasta el punto de que resulta peligroso pegar un tiro también en estos sitios, aunque se trate de cazar el conejo, que es una animal que se desplaza todo el rato por el suelo.

Y además, estos trozos de campo con menos infraestructuras y menos chalés, cada vez son más pequeños y menos numerosos, y, como consecuencia, los aficionados a la caza nos tenemos que concentrar en pocos metros de terreno, y de ahí el consiguiente peligro para nosotros mismos, el peligro de que, en algún caso, se produzca el accidente grave y nos lleguemos a tirotear sin querer.

La caza necesita que el campo, que la naturaleza se conserven en buenas condiciones, y esto es precisamente lo que no viene ocurriendo aquí desde hace tiempo, desde hace ya muchos años; esto es algo importante de lo que se carece en el pueblo de Sax. Y como consecuencia, es necesario terminar este informe concluyendo que la actividad de la caza se va haciendo por aquí más difícil cada temporada, que esta actividad lúdica y deportiva atraviesa por un estado agónico en el que, además, no se vislumbra ninguna medida que pueda mejorar la situación a corto plazo, que pueda frenar siquiera el galopante deterioro en la práctica de esta afición.

 

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