77 años de 88 no es solo una cifra, sino toda una historia… 88 son años cumplidos, 77 los dedicados, con la diferencia de 11, edad con la que comenzó a aprender. Hablamos de Eduardo Aracil, uno de los músicos más longevos nada más y nada menos de la Comunidad Valenciana. Un hecho que lo convierte en uno de los músicos en la que su situación no se refleja en los estatutos de la Unión Musical, ya que nadie ha conseguido hasta el momento llegar al 75º Aniversario, el cual, debería ser el de platino.
Eduardo llegó a Sax casi por mera casualidad. Aunque ya de joven venía a tocar en fiestas con la comparsa de Garibaldinos, el destino le tenía guardado este lugar. Después de opositar para el ejército y no obtener plaza para ello, a través de un amigo se desplazó hasta nuestra localidad para trabajar, en la que formó una familia y continuó con lo que más le gustaba: la música.
Al llegar lo “ficharon” rápidamente, comenzó a colaborar en La Coral, entonces existente, la Orquesta Copacabana y en la Unión Musical y Artística.
El pasado 8 de abril se despidió de sus compañeros. Se lo comunicó al director y este le dijo que no se debería ir así con una simple despedida a la junta directiva, sino que él mismo lo comunicara al resto de la agrupación y así lo hizo.
Eduardo se ha convertido casi en una institución para la Unión Musical, pues en su paso como profesor han sido innumerables alumnos los que han pasado por sus clases. Se enorgullece de haber enseñado tanto de haber dejado huella musical en tantas personas. Unos lo han aprovechado más que otros, pero lo que queda es el aprendizaje, el conocer la música que tanto beneficia a las personas.
Muchos son los profesionales que hoy en día viven de aquello que con él tuvieron sus comienzos. Más de 40 profesionales han llegado a terminar sus carreras, un orgullo doble para él. Muchas anécdotas nos pueden contar, serían innumerables y aunque unas mejores que otras, todas ellas las recuerda con cariño.
Eduardo se convierte así en una historia viva llena de momentos tan longevos en el tiempo que ya nadie recuerda haber vivido.
Y como él mismo nos dice “el músico tiene tres etapas en su vida: aprender, demostrar y paladear”. Y ha llegado el momento de disfrutar la última.